Publicado por: Natalia García Dopazo en diciembre | 2019, en Nº 14
Co diseño de espacios públicos: la práctica de proyectar consensos colectivos (link al artículo)
Mi experiencia como antropóloga dentro de la gestión estatal me ha llevado a desarrollar aprendizajes en torno a las ciencias sociales aplicadas. Dentro de los procesos participativos asociados a proyectos de espacio público, existen algunos casos en donde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se ha visto involucrado mediante dispositivos de co-diseño junto a vecinos y vecinas de diversos barrios. Me interesa compartir algunas reflexiones en torno a cómo se pueden abordar este tipo de proyectos desde una mirada metodológica interdisciplinaria. En particular, plantear el dilema desde el rol de equipo técnico a partir de la generación de consensos, su traducción en lineamientos de diseño y la articulación con el equipo proyectual.En primer lugar, no considero que mi práctica profesional haya sido en torno a la participación ciudadana sino asociada a procesos de co-diseño de espacio público. Elijo este término ya que hablar de procesos de participación desde el Estado es complejo y mi práctica profesional no formó parte de decisiones en relación a la articulación política o diálogos con diferentes organizaciones sociales. En este sentido, me parece necesario profundizar una reflexión crítica del rol de la participación y la articulación de las organizaciones sociales, políticas o personas interesadas en formar parte de decisiones de consenso, sin embargo no es el objeto de este escrito.Para considerar mi rol dentro de estos proyectos, retomo los aportes de Henri Lefebvre (1) que distingue tres dimensiones para el análisis de la dimensión urbana: práctica espacial, los espacios de representación y representaciones del espacio. La primera hace referencia al espacio percibido de la vida cotidiana y sus prácticas sociales donde las personas desarrollan actividades en tiempo y espacio, especialmente el espacio público. La segunda dimensión, los espacios de representación, se vinculan a la producción de imágenes e imaginarios, usualmente generados a partir de la agregación de cualidades sensibles o morales que reproducen códigos sociales vinculados a sentidos comunes y compartidos propios de la estructura de la sociedad a la que pertenecen, podemos esquematizarlo en artistas en su gran mayoría. Esta dimensión además podrá contar con voces que generen cuestionamientos propios de las estructuras de dominación sobre el deber ser del espacio. La conjunción de estas dos dimensiones genera según Lefebvre el espacio concebido, el significado en disputa producto de la práctica cotidiana y el discurso sobre quienes lo viven. Finalmente, nos encontramos con las representaciones del espacio, lugar donde los planificadores, proyectistas y administradores del estado o el capital toman como un todo abstracto y es insumo de la gestión y organización “desde arriba”.El reto de un proceso participativo de escala urbana desde el Estado es generar una planificación, diagnóstico, diseño y ejecución desde una mirada transversal de contacto con habitantes de la ciudad. Teniendo en cuenta las dimensiones mencionadas por Lefebvre, el rol técnico debe navegar entre las mismas reconociendo sus particularidades. En este sentido, el desafío profesional recae en generar espacios de diálogo y consenso donde los insumos de proyecto den cuenta de los espacios vividos, las representaciones diversas y que dichos proyectos puedan desnaturalizar el abordaje unívoco sobre lo urbano. El dispositivo de co-diseño legítima la existencia de dichas voces y formas de vida corriendo el lugar de los y las proyectistas como portadores de dicho saber. Entiendo que un proceso virtuoso favorece la traducción al diseño del espacio público de formas más democráticas de los mismos. Dependiendo el proyecto que llevemos adelante y sus particularidades técnicas y políticas, se requerirá de un equipo técnico que pueda adaptar sus herramientas metodológicas para llevar adelante un dispositivo eficaz de trabajo en el territorio. Mi intención es compartir aquellos aprendizajes que he desarrollado en la práctica profesional.
¿Qué nos aporta el co-diseño para pensar la ciudad?
En numerosos casos, tener en cuenta el co-diseño modifica el flujo de trabajo de los equipos de diseño, debido a que la relación dialógica interrumpe el tradicional esquema de dibujantes y arquitectos. Sin embargo, la diversidad de variables a tener en cuenta cuando las recomendaciones provienen de las realidades territoriales generan soluciones innovadoras a los proyectos de espacio público. El proceso de desnaturalización de la idea de “usuario” tan comúnmente utilizada en la arquitectura se transforma a la idea de personas. Las personas no solamente usan el espacio sino que lo desean, declaran necesidades y preferencias. Por ende la producción se torna más creativa y transformadoras de prenociones en torno al diseño urbano.Por otro lado, el proceso de co-diseño permite procesos de prefactibilidad de la obra de arquitectura y espacio público. Es posible identificar potenciales conflictos técnicos o sociales que agilizan la actuación estatal. En este sentido, el co-diseño y articulación con vecinos y vecinas habilita mejoras al momento de pensar desde la perspectiva de diseño universal, incorporando la movilidad y accesibilidad como ejes transversales que dejan de convertirse en parches que se agregan cuando no han sido tenido en cuenta desde el inicio. Según Ingold (2), habitar es dar cuenta de un despliegue de la vida cotidiana a partir de líneas que dejan huellas en la experiencia de las personas. Es decir que proyectar con otres es pensar el espacio en movimiento desde el plano. Es un proyecto vivo y dinámico que deja de entenderse como límites, materialidades y superficies, pasando a convertirse en condiciones de posibilidad.
¿Quiénes son nuestros vecinos y vecinas?
Desencadenar procesos de inteligencia colectiva en donde lo que vayamos a crear sea mucho más que una sumatoria de deseos individuales implica generar las condiciones para que podamos involucrarnos con la diversidad de vecinos y vecinas que habitan y transitan las ciudades. A su vez, tendremos el desafío de vincularnos desde el reconocimiento de la igualdad poniendo en valor la experiencia y conjunto de saberes técnicos y de vida de nuestros interlocutores. La elección de los lugares para realizar un encuentro participativo debe contemplar las diferentes rutinas cotidianas, composiciones socioeconómicas, de movilidad, etarias e identitarias. Resulta de suma importancia conocer la inserción territorial de los espacios, seleccionando aquellos que promuevan el mayor afluente de personas privilegiando una oferta diversa de horarios y canales de comunicación claros. Una perspectiva feminista y de géneros deja de ser una postura ideológica para convertirse en un requerimiento técnico que garantice un correcto funcionamiento del dispositivo. Las experiencias compartidas del Col lectiu Punt 6 (3) en Barcelona con sus aportes metodológicos se transforman en partes fundamentales del proceso de co-diseño. Los diagnósticos situados del entorno, tener en cuenta la nocturnidad, la vida cotidiana y la diversidad de modos de vida, adscripciones identitarias y de clase son aspectos a poner en valor al momento de entablar diálogos.
El rol de las personas que moderen los encuentros dará integralidad y coherencia a la propuesta. No sólo será quien equilibre la circulación de la palabra intentando fomentar que todas las identidades y edades puedan compartir sus puntos de vista. Debemos asegurarnos que moderadores y moderadoras junto con coordinadores presenten como mínimo paridad de hombres y mujeres. El armado de las mesas de trabajo puede estar dividido por géneros o podemos conformar espacios mixtos a partir de los consensos generados junto a les participantes. Sin embargo, es crucial que el equipo de moderadores registre qué temas son màs relevantes según género, identidad cultural, edad o modo de vida. Finalmente, resulta de gran relevancia que las preguntas que hagamos estén ancladas en las rutinas y experiencias de la vida cotidiana. Lejos de subestimar esta escala, es la que suele ser dejada de lado en los grandes proyectos y los errores en esta dimensión con clave para dar buena calidad a las ciudades.
El lugar de les niñes en el proceso participativo
Las ciudades pocas veces son diseñadas a partir de las experiencias de los más pequeños y pequeñas. Usualmente sólo los consideramos para proyectar los espacios de juego en parques y plazas. A veces podemos pensarlos en la forma de transitar el espacio público, incorporar sus necesidades y deseos en el equipamiento colectivo. La mirada de elles ofrece nuevas respuestas y preguntas a los proyectos. Nos brindan herramientas para generar espacios inclusivos, lúdicos, alegres que le dan vida a las ciudades.
Por otro lado, genera una oportunidad para que las personas que asumen las tareas de cuidado, en su mayoría mujeres, tengan la posibilidad de participar de las actividades plenamente. Es importante que estos espacios cuenten con división de edades de primera infancia y niños y niñas, brindando las mejores condiciones sociosanitarias posibles.
¿Cómo organizamos un proceso de co-diseño?
Cada proceso asumirá sus particularidades dependiendo el área que la lleve adelante, la complejidad urbana que posea el proyecto, el territorio y la comunidad con la que nos toque trabajar. Sin embargo, comparto algunos aprendizajes en torno a los hitos de dicho proceso:
1) El co diseño es más que una consulta pública o una instancia informativa.
La comunicación que entablaremos con el territorio no debe ser unidireccional. Podemos generar vínculos con la comunidad donde los espacios de autogestión estén presentes, modifiquen nuestra agenda y amplíen las convocatorias. El armado de la agenda de co-dieseño debe contemplar los horarios que para ellos y ellas son beneficiosos. Trataremos de evitar encuentros solemnes donde la presentación del proyecto por parte del equipo técnico consuma la mayor parte del tiempo. Es importante comunicar las intenciones y el proceso pero debemos dejar lugar a que las voces de los y las vecinas sean escuchadas. En numerosas ocasiones, el monopolio de la palabra por parte de funcionarios distorsiona las dinámicas planteadas y entorpece la circulación de la palabra.
2) El co diseño es un espacio de trabajo colectivo
Podemos identificar al menos tres momentos que podemos generar con nuestra comunidad en el territorio: escuchar, entender e imaginar.
Escuchar implica generar un principio en común de conocernos, los equipos técnicos y todos los conjuntos de actores sociales que componen nuestra comunidad. Debemos darnos el espacio para saber cuáles son las expectativas y temores que poseen. Dónde están aquellos puntos que condensan mayor significación colectiva. Consensuar un proceso de trabajo y compromisos mínimos.
Entender implica diagnosticar colectivamente el territorio. Podemos utilizar las herramientas del mapeo participativo y marchas exploratorias para reconocer esos espacios que son utilizados y no utilizados, lugares que gustan y no, instituciones y oportunidades de intervención y mejora. Cuáles son las dinámicas de la vida barrial y dentro de ella quiénes participan de las mismas. Un nivel de análisis importante es identificar cuáles son los grados de autonomía que llevan adelante las personas en su vida cotidiana debido a la infraestructura urbana, es decir, qué actividades podrían realizarse allí y deben trasladarse a otros espacios para llevarlas a cabo o simplemente no pueden. Finalmente, es recomendable construir junto a les vecines qué valores componen la identidad barrial, cómo y con qué palabras simbolizan esos espacios. Cuál es el límite del barrio, sus espacios significativos y bordes a definir.
Imaginar es el proceso más complejo para llevar adelante. Muchas veces nos encontramos con personas que nos dicen la solución material sin reflexionar antes sobre el problema. Es un ejercicio común el proyectar sin asociar dicha respuesta al diagnóstico realizado. Sin embargo, el diagnóstico colectivo es el que nos guiará hacia la agenda de prioridades en el proceso de toma de decisión. En ese sentido, este proceso tiene el objetivo de ir sedimentando espacios de reflexión y consenso para la construcción de propuestas posibles y socialmente sustentables. El dispositivo de mapeo es una herramienta que escala y se convierte en un soporte de negociación y acuerdos permitiendo identificar usos compatibles y complementarios en la localización y dimensión de los mismos. Otras técnicas útiles son el collage, renders, dibujos o materiales que generen formas tridimensionales. Lo importante es identificar el objetivo de la actividad, qué queremos lograr y luego elegir cuál es el mejor medio para acceder a ello. Recomendamos insistentemente que el equipo técnico en su conjunto (social y proyectual) participe de este proceso ya que la traducción de los significantes colectivos sobre el territorio sigue siendo la dimensión más difícil de trasponer entre personas y disciplinas.
3) El co diseño es un acuerdo político
Debemos tener la responsabilidad de comunicar los avances del proyecto y darnos una instancia para la devolución por parte de la comunidad. Un proyecto no se encontrará cerrado si esta etapa no existe. Podemos ajustar y mejorar las definiciones del detalle y generar auditorías de avances de obra para asegurarnos que el proceso de realización sea consecuente con los acuerdos generados. En algunos proyectos existen instancias de diseño incremental donde el uso va a ir determinando el equipamiento o materialidades que lo acompañen. Por otro lado, la elaboración de informes accesibles a la comunidad que comuniquen los avances de los mismos es un recurso interesante para ampliar las convocatorias y sumar personas al proceso. Es relevante dejar plasmado aquellos temas que han sido acordados y aquellos que todavía se encuentran en proceso de definición.
Finalmente, me gustaría retomar a Segura (4) para sintetizar que el rol profesional sobre la generación y transformación de espacios públicos desde el Estado debe realizarse entendiendo que reconstruir las experiencias del espacio serán el resultado de categorías e imágenes sociales donde la definición de las mismas son plataforma de posibilidades. Erróneamente, muchos equipos técnicos conciben este corpus de significado como dimensiones cerradas de sentidos que limitan la práctica proyectual. Nuestro compromiso profesional es entenderlas, respetarlas y acompañarlas en su traducción material identificando el rol que ocupamos en el proceso productivo de la ciudad.
Bibliografía
Col lectiu Punt 6. ENTORNOS HABITABLES Auditoría de seguridad urbana con perspectiva de género en la vivienda y el entorno. 2017. LINK
De Certau, Giard y Mayol. La invención de lo cotidiano 2. Habitar Cocinar. Universidad Iberoamericana. Mexico. 1999 (1994).
Ghel. La humanización del espacio urbano: la vida entre los edificios. Reverté. Barcelona. 2006 (2003)
Iconoclasistas. Manual de Mapeo Colectivo. Recursos cartográficos críticos para procesos territoriales de creación colaborativa. 2013. LINK
Ingold . Being Alive. Essays on Movement, Knowledge and Description. 2011. LINK
Lefebvre. La Producción Social del Espacio. Swiny. Madrid. 2013 (1974). En https://istoriamundial.files.wordpress.com/2016/06/henri-lefebvre-la-produccion-del-espacio.pdf
Segura. Trazos del habitar. Experiencias, líneas y puntos de vista en el análisis de cartografías urbanas. En Revista Ensambles otoño-invierno 2017, año 3, n.6, pp. 121-138. ISSN 2422-5541 [online] ISSN 2422-5444 [impresa]
Semán y Ferraudi Curto. La politicidad de los sectores populares desde la etnografía: ¿más acá del dualismo? 2013. LINK